GALERIA ALEGRIA
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Enrico Della Torre / Maggio / 16.03 - 11.05 / 2024

 

 

La fragmentación posee el atractivo de lo interminable. Por ello, un artista como Enrico Della Torre (1988, Tradate, Italia), cuyo interés fundamental siempre ha sido la exploración de los límites de lo pictórico, encuentra en ella recursos visuales que extienden su capacidad de seducción hacia el infinito. El artista italiano juega constantemente con el punto cero de la pintura y con las posibilidades que ofrece la permutación constante de una materia prima paradójica en su modesta frugalidad.

‘Maggio', su cuarta exposición en la Galería Alegría, toma su nombre del mes en el que Della Torre cortó en pedazos un total de trece telas de 150 x 100 cm y comenzó a trabajar con ellas. Su única intención era mantener intacta la expresividad del pliegue, explorar el potencial latente del recorte eternamente desplazado y la descomposición en trazos esenciales. "La línea dentro de la línea del propio recorte, el fondo de tela cruda... esas eran las únicas características que me fijé al comenzar la serie", confesará más tarde, al hablar del origen de esta exposición. Sin embargo, a medida que profundizaba en su trabajo, las obras crecían exponencialmente, como si dicha descomposición en elementos esenciales hubiera generado una reacción en cadena que llevase todo el conjunto pictórico hacia una suerte de primavera subatómica.

Conforme avanzaba en el proceso de elaboración de estas obras, los signos comenzaban a superponerse, multiplicarse, ensamblarse... como si esta pintura mínima estuviera pensándose a sí misma. Complicándose, apelmazándose, solidificándose, sumiéndose en su propio ensueño, intrincado y umbrío. "A medida que iba avanzando el trabajo, me centraba cada vez más en dejar que los fenómenos se desarrollaran espontáneamente, dando lugar al cuadro. Había una despreocupación tal que me hacía dudar de la naturaleza artística de lo que estaba haciendo". Así en el peculiar recorrido que propone ‘Maggio', el espectador se enfrentará a unos cuadros mutantes; a lenguajes superpuestos y recursos expresivos que se desgajan de su origen para hibridarse con otros que solo parecen ajenos en apariencia. La materia aparece liberada y tiende a una exuberancia que puede parecer irracional pero responde al potencial imaginativo que reside en el corazón de la materia misma.

Sin embargo, a pesar de verla aquí fragmentada, desplazada como recorte, tejida como retal, acumulada como residuo o interferencia, la pintura conserva un sentido íntimo de orden, en cada una de las piezas que forman esta exposición. Y, de manera más relevante, continúa cuestionando el modus operandi del artista en la actualidad. ¿Debe seguir el destello de la iluminación creadora? ¿O abandonarse a la rutina del operario que combina un conjunto de signos pictóricos de manera imprecisa? Es esta, por tanto, una pintura especulativa, constructiva, febril y generativa, que contrapone sus preguntas a las banales respuestas de una contemporaneidad que, por mucho que acople de manera diferente sus fragmentos una y otra vez, es incapaz de dotarse del sentido que encontramos en las obras que conforman esta exposición.