El número de las anillas entrelazadas es un truco clásico de los espectáculos de ilusionismo. En él dos aros permanecen engarzados hasta que, en un momento dado, se separan sin que nadie pueda asegurar si ha sido debido a un mecanismo secreto o a la habilidad manual del propio mago. No es extraño que Robbin Heyker (Leiderdorp, 1976) haya escogido el nombre de dicho truco, "Linking Rings", para presentar su segunda exposición en la Galería Alegría tras "Birding", que tuvo lugar en 2019, en nuestra sede de Madrid. Dos pasiones parejas alimentan este recorrido temático: el ilusionismo y la observación ornitológica.

Toda la pintura de Heyker se sostiene en el juego de una abstracción visualmente entrelazada con el tema que trata. Si nos detenemos sólo en los campos de color y olvidamos los pájaros, los artefactos y las señales, nos perdemos la mitad del truco. A la inversa, si solo nos fijamos en el tema y en la historia de cada obra perderemos el carácter evocador de una pintura riquísima en su manejo del campo de color y de una composición mínima pero efectiva.

Precisamente, esta exposición se articula sobre dichos intereses, clave en la producción del pintor holandés. Así,encontramos aquellas obras que funcionan como símbolos de sus amados pájaros; cuadros en los que el espectador apenas reconocerá al ave en la gama cromática de su plumaje. También veremos aquellas otras que se refieren a los juegos visuales resultantes de combinar distintos elementos tipográficos.

Los anillos entrelazados, evocan también una de las formas de narrar más antiguas: la composición anular. Derivada de la tradición oral griega, la composición anular consiste en contar una historia de forma rectilínea pero intercalando digresiones, que se apartan del tema inicial, enriqueciéndolo. En este caso, la exposición ofrecerá un planteamiento anular, pues a mitad del periodo expositivo, cambiará y dará paso a otra diferente generando dos circuitos pictóricos - dos anillas, al fin y al cabo.

Es en este equilibrio imposible, entre lo que se muestra y no se muestra, en el que Robbin Heyker encuentra su espacio natural como artista. Las anillas sólo son la llave de entrada conceptual a un territorio donde el espectador, asombrado, no tiene otra opción que abandonar su pensamiento a esa imprecisa anomalía que llamamos magia.